San Cristóbal de las Casas es actual- mente su lugar de residencia. El taller donde trabaja es un espacio abierto
donde entran las mentes flexibles, «es un lugar donde las paredes están llenas de historia, luz natural y música», comenta Margarita Cantú en entrevista.
Originaria de Monterrey, empezó la carrera de Diseño de Moda para terminar en el Fashion Institute of Technology en Nueva York. En Brooklyn, tomó un curso espe- cializado en fibras y textiles en el estudio de Linda LaBelle. Con el paso del tiempo, abrió una boutique en West Village llamada Fábrica, donde concibió la firma Omorika. Durante los veranos, Margarita pasaba su tiempo en Chiapas, donde aprendía sobre telares de cintura y de pedal. En 2009 tomó la decisión de mudarse a Chiapas y hoy día,
mantiene su taller ahí mismo. Fue hasta en ese punto que transformó Omorika en una marca sustentable.
«A través de mi trabajo, busco preservarlas técnicas tradicionales de nuestro país siguiendo los principios de comercio justo para crear piezas que perduren. Todo den- tro de un contexto de cultura desechable como la que vivimos hoy en día», asegura. De este modo, las piezas con las que trabaja Margarita (esculturas, tapetes, cojines, ropa, entre otras) están hechas con materiales de desecho, como lonas de plástico que funcio- naron un día como propaganda política o cintas magnéticas. «La inspiración viene de los mismos materiales y en su versatilidad. ¡Todo se puede tejer!», afirma. Así que el proceso creativo está determinado por los materiales y la técnica en sí. Es decir, el uso
de los materiales naturales o reciclados, la ausencia de color y lo hecho a mano definen la mitad del proceso de Margarita. «La otra mitad se determina de acuerdo con necesi- dades puntuales y con el humor que tenga en el día», cuenta entre risas.
Para Margarita, la artesanía mexicana repre- senta un objeto que cuenta historias a tra- vés del trabajo manual, en este caso de las personas más talentosas que tiene México. «Una artesanía representa la conciencia de una comunidad, el trabajo en equipo y los procesos manuales donde la calidad es, por mucho, superior a la cantidad», explica.
Por ahora, Margarita enfrenta uno de los mayores retos: generar conciencia sobre el consumo y lo hecho en México. «Debemos empezar con nosotros mismos», finaliza. omorika.mx / @margaritacantue
Por PAMELA OCAMPO