Conoce Omorika, la marca de diseño responsable de Margarita Cantú


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Allá, en la alta sierra chiapaneca, se maquilan piezas 100% ecológicas, 100% responsables y 100% hechas por manos mexicanas. El trabajo de esta diseñadora hace que el término "moda consciente" adquiera todo un nuevo significado.

 

No todos los días se topa uno con una diseñadora que haya cambiado una carrera de publirrelacionista en Yves Saint Laurent en Nueva York por una vida congruente en la recóndita alta montaña chiapaneca.

A pesar de su desbordante talento, Margarita Cantú o Daisy, como le apoda todo el mundo, es de naturaleza más bien introvertida. Pero lo especial de su trabajo -sui géneris lo definiría con más precisión- y lo extraordinario de sus creaciones textiles está llegando a oídos de exclusivas casas de moda y decoración como Onora Casa, La Marquesa y Bergdorf Goodman.

Luego de graduarse de la carrera de Fashion Design en el FIT (Fashion Institute of Technology), Daisy decidió viajar por un tiempo a Chiapas para aprender las técnicas tradicionales indígenas de tejido con telar de cintura y telar de pedal.

Hoy, tiene 8 años viviendo en San Cristóbal de las Casas.

Allí, en esa región secreta llena de magia y tradiciones, Daisy encontró la forma de crear piezas de arte, decoración y moda enalteciendo el uso del telar, el más digno y popular de los oficios indígenas de Los Altos de Chiapas -una de las zonas del país con mayores índices de emigración, marginación y pobreza extrema.

El trabajo del telar es una tradición milenaria que se lleva a cabo con orgullo y excelencia por las comunidades indígenas chiapanecas y que requiere de disciplina, paciencia y humildad. Este oficio manual es tan precioso que se ha ido transmitiendo de generación en generación desde los tiempos de la civilización Mesoamericana, pues es a través de su vestimenta que los tzotziles, los zapotecos y muchos otros grupos indígenas hacen distintivos en su identidad, etnia y jerarquía. Además, se trata de una labor honesta que les permite generar un sustento para sus familias. 

Mujer tejiendo dentro del taller de Omorika en San Cristóbal de las Casas.

 

Pero, aún no llegamos a la mejor parte: ¿Qué es lo que se teje en el taller de Daisy?

Cintas de cassettes que ya nadie escucha ahora forran cojines, bolsas de plástico del supermercado han sido transformadas en abrigos, lonas de propaganda política de gobiernos que olvidaron sus promesas de campaña ahora son estéticos kimonos, mesas hechas de madera caída de la selva, chalecos bordados con plumas de gallinas que se cocinaron en ceremonias y rituales indígenas... Todo aquello que represente desperdicio para Daisy es una motivación. Las piezas de Omorika -como Margarita ha bautizado a su marca- además de ser estandartes de justicia social son muestras vivas de un proceso de reciclaje de calidad que transforma el desecho del desecho en algo funcional, renovado y hermoso. 

Allá, en la alta sierra chiapaneca, se maquilan piezas 100% ecológicas, 100% hechas a mano, 100% responsables con el medio y 100% mexicanas. El trabajo de Daisy es tan congruente y tan coherente, que hará quedar en ridículo a la pieza más "consciente" de tu guardarropa, incluso a tu playera favorita de "algodón 100% orgánico".

Las creaciones de Daisy vistas de lejos son cautivadoras, pero de cerca son fascinantes. La perfección matemática con la que entreteje las hebras de cada material y la sobriedad con la que selecciona los tonos que la inspiran (gris, negro, blanco y rojo en su mayoría) son todos coeficientes de una ecuación que cobra vida en piezas únicas cuyo hilo conductor es el amor por México, su ecosistema y sus costumbres.

 

Aquí el antes y el después de algunas de sus más recientes colecciones: